Discurso del delegado del Gobierno, Antón Louro, en la inauguración de las Jornadas “El presente y el futuro del ferrocarril en Galicia”

26/11/2010

Permítanme que, antes de hablar del presente y, sobre todo, del futuro, haga una breve reseña histórica del pasado del ferrocarril en Galicia. A media mañana del lunes, 15 de septiembre de 1873, se puso en marcha el primer ferrocarril de Galicia, como saben, entre la estación de Cornes y Carril. En el mismo mes, pero con diez años de diferencia, en 1883, entraba en nuestra comunidad a través de Monforte de Lemos el primer tren procedente de la capital de España.

Desde aquellos primeros “cangrejos” hasta los convoyes alta velocidad, mucho ha cambiado en el ferrocarril en España y también en Galicia. Hemos sido testigos de cómo esta forma de transporte ha cambiado el paisaje de nuestras ciudades y de nuestros campos y de cómo, sobre todo, ha variado nuestra forma de relacionarnos con el resto del territorio y ha contribuido a nuestra sociedad y nuestra economía.

Permítanme que les comente una pequeña anécdota que me sorprendió porque la desconocía y que es uno de los muchos ejemplos del impacto del ferrocarril en nuestra geografía. Hace unas semanas estuve visitando, por un motivo ajeno a este tema, el ayuntamiento lucense de A Pontenova, un lugar situado muy cerca de la costa, al paso del río Eo.

Para la restauración de la plaza que estábamos inaugurando se construyó un apeadero que rememoraba aquél que existía en el siglo pasado para el ferrocarril que comunicaba las minas de Vilaoudriz con Ribadeo. Gracias a aquel ferrocarril, Lugo llegó a ser la quinta provincia productora de hierro y A Pontenova creció en torno a aquella línea hasta convertirse en el Ayuntamiento que es hoy. Precisamente, la oficina de turismo de este ayuntamiento ocupa la antigua estación de tren. Es uno de las decenas de ejemplos similares que nos podemos encontrar por esta geografía que ha sido, y es, por su dureza, el mayor reto al que nos enfrentamos los gestores públicos del transporte.

Definitivamente, el tren ha cambiado la vida y las perspectivas de los gallegos desde hace más de un siglo. Y hoy, como podemos comprobar en los medios de comunicación, en estos foros, en la calle,…sigue estando en el centro del debate público. Sigue siendo, permítanme la licencia, el objeto de deseo de los transportes terrestres en Galicia.
El compromiso que el Gobierno de España tiene con el proceso modernizador de las grandes infraestructuras y equipamientos estratégicos de Galicia es firme, rotundo. En el periodo 2004-2009, el Ministerio de Fomento ha ejecutado en Galicia 5.600 millones de euros, de los cuales 1.500 millones corresponden sólo al año pasado.

Y para el presupuesto del próximo año, la inversión aprobada en infraestructuras de transporte en Galicia representa un 11,4 por cierto del total del Ministerio. Esto supone casi 1.400 millones de euros y ser la Comunidad Autónoma con mayor inversión respecto a su PIB.

En materia de ferrocarriles, apuntaré sólo tres aspectos que considero esenciales:
Primero: Galicia dispone por primera vez en su historia de un acuerdo para el desarrollo del ferrocarril de alta velocidad en la comunidad con objetivos y plazos por escrito.
Segundo: en 2009 cumplimos por encima de las expectativas los objetivos de licitación del Protocolo firmado con la Xunta para traer el AVE a Galicia, llegando a los 1.456 millones de euros
Y tercero: en 2010, cumpliremos los objetivos de licitación a través del Plan Extraordinario de Infraestructuras, con un importe que rondará los seis mil millones de euros.

 No quiero extenderme demasiado dándoles cifras o fechas que muchos ya conocen y tampoco quiero reiterar las palabras del director general de infraestructuras ferroviarias.  En definitiva, el Gobierno de España, a través del Ministerio de Fomento, apuesta por unas actuaciones que en un horizonte razonable, de 5 o 6 años, nos permitirán estar conectados a la red ferroviaria española y europea de alta velocidad. Estamos hablando de la mayor oportunidad para las comunicaciones de Galicia, una revolución del transporte de viajeros y de mercancías, una ventaja competitiva para nuestros productos, nuestras empresas y nuestro potencial humano.

Un horizonte que empezará a materializarse antes de que acabe 2011, como adelantó a principios de mes el propio ministro de Fomento, con la entrada en servicio de 150 kilómetros de alta velocidad en el territorio gallego, que conectarán A Coruña, Santiago y Ourense con trenes de altas prestaciones.

En resumen, el presente que hoy estamos visualizando no sólo configurará el devenir del ferrocarril en Galicia. Más aún, contribuirá a construir nuevas relaciones sociales, económicas y laborales, con el resto de España y de Europa.
Esta apuesta forma parte de un proyecto político que quiere cohesionar e integrar territorios y personas. Un camino que busca un final de progreso y bienestar para Galicia y el conjunto de España.

Estoy convencido de que a lo largo de estas jornadas, tanto los ponentes como los espectadores harán importantes aproximaciones al presente y el futuro del ferrocarril. Y todas ellas, desde el convencimiento común de que estamos en un momento histórico, que tenemos la suerte de vivir y que cambiará las perspectivas de nuestros hijos y nietos. Por ello mi gratitud y mis felicitaciones. Declaro oficialmente inauguradas las Jornadas “El presente y el futuro del ferrocarril en Galicia”.